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Este trabajo presenta y discute el Juego de Arena, método de psicoterapia junguiano, conforme fue concebido por su autora (Kalff, 1980), enfocando aspectos de su desarrollo en el contexto de investigación en psicología clínica y sugiriendo posibilidades de expanción.
El Juego de Arena como "método psicoterapéutico", fue ideado por Dora Maria Kalff, analista junguiana suiza, a partir de una técnica psicológica creada por Margaret Lowenfeld, pediatra inglesa que en forma contemporánea a Melanie Klein introdujo el juego en la relación analítica con niños (Thompson, 1981).
El procedimiento creado por Kalff, entre 1954 y 1956 consiste en la utilización de dos cajas llenas de arena y una amplia colección de miniaturas representativas de todo el universo (animales, personas, viviendas, medios de transporte, vegetación, figuras mitológicas, religiosas, etc.). El paciente, niño o adulto, es invitado a escoger una de las cajas en la cual deberá construir un escenario, con miniaturas escogidas por él. La diferencia entre las cajas es que, en una de ellas, el paciente podrá añadir agua a su voluntad, trabajando de forma más lúdica, emocionalmente más regresiva y con más plasticidad. Por el patrón propuesto por su creadora (Kalff, 1980), es esencial que se presente al paciente la opción de las dos cajas, especialmente porque la inclusión o no de agua en la elaboración del escenario podrá tener características simbólicas importantes en el proceso. Kalff (1980) asumió que la arena, de manera general, es lúdica por sí misma, e invitaría al modelaje de formas o escenas.
Las cajas tienen un patrón en su forma (rectangular, con 7,5 cm de profundidad), color (internamente pintada de azul, favoreciendo la fantasía del uso de su fondo como agua) y tamaño (72 cm x 50 cm aproximadamente), lo cual correspondería al campo de visión de una persona sentada al frente de la caja (Ammann, 1991). (ver figuras 1 y 2, caja de arena y miniaturas, respectivamente).
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El psicoterapeuta observará la creación del paciente, pero no intervendrá. Según Kalff (1980) y Weinrib (1983), se decidió adaptar a su creación el procedimiento junguiano para interpretación de sueños, lo que significaría aplazar, en el proceso de ejecución, las interpretaciones de los escenarios.
El escenario permanece montado en la caja y será fotografiado por el psicoterapeuta después de la sesión, sin la presencia del paciente. Después de una secuencia de escenarios construidos - independientemente del tiempo pasado entre ellos o de la utilización de sesiones verbales intermediarias - paciente y terapeuta observarán juntos la serie de fotografías correspondientes.
En ese momento, el terapeuta podrá o no hacer interpretaciones. Diferentes autores que sucedieron a Kalff propusieron procedimientos diversos sobre esto último. Se observa que tales diferencias se originaron probablemente en la propia propuesta de la autora (Kalff, 1980), que no clarificó lo que consideró por "aplazar (o suprimir) las interpretaciones".
Algunos admiten, sólo circunstancialmente, la posibilidad de interpretar en el momento de revisar las fotos (Weinrib, 1983, citado por Bradway, 1997); otros, por el contrario, consideran que permitir que el paciente salga de la sesión sin una interpretación inmediata podrís representar un riesgo (Ryce-Menuhin, 1992, citado por Bradway, 1997); hay otros aún, que abogan por la tesis de que los insights del paciente son siempre más importantes y deben sobreponerse, haciendo innecesaria cualquier interpretación del terapeuta (Bradway, 1997).
La opinión de que el Juego de Arena dispensaría cualquier interpretación se basa en la existencia de un supuesto prejuicio representado por la interrupción del proceso creativo, presuponiendo que éste sería terapéutico por sí sólo: "Es la vivencia del proceso, y no su interpretación teórica, lo que cura" (Bradway, 1997, p. 46). Más aún, según Weinrib (1983), la caja de arena aceleraría y profundizaría, por sí sola, el proceso psicoterapéutico.
http://www.adepac.org/P06-38.htm, 2006, Instituto de Psicología
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